Parque del rio Congost
La necesidad del ayuntamiento de resolver los límites de la ciudad que estaban históricamente abandonados y el propósito de conseguir el espacio libre que estos lugares nunca tuvieron
El parque de La Pegaso es un espacio lleno de vegetación exuberante, con zonas abiertas y otras pobladas de árboles, recogidas y sombrías. Un canal sinuoso serpentea por el centro y pequeños puentes permiten pasar de una orilla a la otra. Su entrada, situada en la calle Gran de la Sagrera y que hasta la década de los setenta daba acceso a una antigua fábrica de camiones, hoy se abre de par en par a uno de los espacios verdes más emblemáticos del distrito de Sant Andreu.
En la parte superior del parque hay un paseo con pérgola que rodea un polideportivo y las áreas de juego infantiles. El lago es el elemento que enlaza y divide estos dos espacios.
El canal de agua es el elemento definitorio del paisaje del parque. Lo atraviesa en diagonal, desde la entrada por la calle Gran de la Sagrera hasta el extremo que bordea la calle del Pegaso, y el agua discurre entre una vegetación exuberante y sombría que recuerda a la de los bosques de ribera. Puentes tan originales como el que se inspira en los puentes tradicionales japoneses cruzan el canal en diferentes puntos de su recorrido.
Se alejaron las circulaciones directas de la zona del jardín, canalizándolas perimetralmente mediante dos paseos elevados: uno paralelo a la calle Portugal y el otro adyacente a la zona de aparcamiento. Desde estos paseos y siempre de una manera tangencial se puede acceder al jardín.
La zona arbolada se abre hacia la calle de Dublín y sirve de comunicación entre La Sagrera y San Andreu, así como de lugar donde desarrollarse diferentes actividades. Un hilo de agua separa la arboleda del jardín y sinuosamente se ensancha ofreciendo diversas vistas de las dos partes y es río o canal según desde que parte lo observamos.
Un jardín, con un sinuoso camino que lo atraviesa, queda cerrado respecto al exterior y separado de la arboleda por el río, jardín que, con una vegetación exuberante y con predominio de los árboles de hoja perenne y de flor, contrasta con la regularidad de la arboleda , contraste que, como en los jardines japoneses, nos recuerda la teoría de que el universo constaba de dos cosas: el reposo (ying) y la acción (yang), contraste como el que se produce entre la escarpada montaña y el inmenso plano de la arboleda, entre el sinuoso camino del jardín y la regularidad de los plátanos, entre la tranquilidad en el prado de césped y la acción en las pistas deportivas, entre la variedad formal de los árboles del jardín y la uniformidad de los plátanos.